La diabetes es una enfermedad crónica que se presenta cuando el nivel de glucosa en la sangre es demasiado alto. Esto significa que el páncreas no sintetiza la cantidad de insulina que el cuerpo humano necesita, la elabora de una calidad inferior o no es capaz de utilizarla con eficacia.
La insulina es una hormona que ayuda a que la glucosa entre a las células para suministrarles energía. En el tipo 1, el cuerpo no produce insulina.
Los principales tipos son diabetes tipo 1, tipo 2 y gestacional.
El cuerpo no produce insulina porque el sistema inmunitario ataca y destruye las células del páncreas que la producen.
Afecta a niños y adultos jóvenes, aunque puede aparecer a cualquier edad. Las personas con diabetes tipo 1 tienen que usar insulina todos los días para sobrevivir.
Es el tipo más común de diabetes. El cuerpo no produce o no usa la insulina adecuadamente.
Se presenta con mayor frecuencia en las personas de mediana edad y en los ancianos.
Afecta a algunas mujeres durante el embarazo o después de que nazca el bebé.
Una mujer que sufrió diabetes gestacional tiene más probabilidad de sufrir de diabetes tipo 2 más adelante en la vida.
La diabetes tipo 1 ocurre cuando el sistema inmunitario, que combate las infecciones, ataca y destruye las células beta del páncreas que son las que producen la insulina. Los científicos piensan que el tipo 1 es causada por genes y factores ambientales, como los virus, que pueden desencadenar la enfermedad
Algunos factores de riesgo para padecer tipo 2 y gestacional son:
Los síntomas incluyen:
Los tratamientos dependen del tipo. Los tratamientos comunes incluyen un plan de alimentación, actividad física regular y medicamentos. Algunos tratamientos menos comunes son la cirugía bariátrica para ambos tipos y, para algunas personas con tipo 1, un páncreas artificial o un trasplante de islotes pancreáticos.
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En la actualidad no es posible prevenir la diabetes tipo 1.
La tipo 2, que es la más frecuente, sí se puede prevenir evitando el sedentarismo, la comida chatarra y las bebidas azucaradas.
Un estilo de vida saludable reduce en un 80 por ciento las posibilidades de tener la tipo 2.
Una vez que se ha diagnosticado la enfermedad, hay que prevenir la aparición de complicaciones micro y macrovasculares.
La ateroesclerosis es la acumulación de grasas, colesterol y otras sustancias dentro de las paredes de las arterias provocando un acceso restringido del flujo sanguíneo.
La ateroesclerosis ocurre a medida que se envejece debido a que la acumulación de placa estrecha las arterias y las hace más rígida impidiendo el flujo de sangre a través de ellas. Las personas jóvenes con niveles altos de colesterol en la sangre pueden presentar endurecimiento de las arterias a temprana edad.
Algunos factores que contribuyen al endurecimiento de las arterias son:
La ateroesclerosis se desarrolla de manera gradual y es posible que no se presenten síntomas hasta que una arteria se encuentre tan estrechada que impida el paso de la sangre a los órganos y tejidos. En ocasiones cuando esto ocurre, se puede desencadenar un ataque cardíaco o un accidente cerebrovascular.
Los síntomas de la ateroesclerosis moderada y grave puden ser los siguientes:
Si presentas algunos de los síntomas que mencionamos y crees que tienes ateroesclerosis, habla con tu médico. Presta también atención a los síntomas iniciales del flujo sanguíneo inadecuado, como dolor en el pecho (angina de pecho), dolor o entumecimiento en las piernas.
Un diagnóstico y tratamiento oportuno pueden impedir que la ateroesclerosis empeore y así prevenir un ataque cardíaco, accidente cerebrovascular u otra emergencia médica.
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Cambia tu estilo de vida por uno más saludable.
Los mismos cambios que debes realizar para un estilo de vida saludable recomendados para tratar la ateroesclerosis también ayudan a prevenirla. Estos comprenden:
Recuerda hacer de estos hábitos un estilo de vida permanente.